Hace 40 años se conocieron los primeros casos de SIDA, es indudable que se han ejecutado grandes esfuerzos para combatir el VIH/SIDA, hasta el punto de que ONUSIDA se plantea como objetivo acabar con el sida en 2030.
En Euskadi se diagnostican alrededor de 150 nuevos casos de infección por VIH cada año y, habiéndose convertido en una infección crónica, aproximadamente 6.100 personas se encuentran en tratamiento antirretroviral. Sin embargo se estima que un 15% de las personas con VIH desconocen que lo tienen, y del total de personas diagnosticadas en 2020, un 52% recibió un diagnóstico tardío.
Los logros son incuestionables pero las desigualdades, el estigma en sus diferentes manifestaciones, y la discriminación continúan siendo un motivo de sufrimiento para las personas con VIH. Porque el estigma influye negativamente en el diagnóstico y tratamiento del VIH, lo que repercute en una peor calidad de vida individual y una afectación negativa en la salud colectiva.
Un estigma basado en la desinformación, en estereotipos erróneos y creencias falsas que se forjaron en los primeros años y que aún hoy en día culpabilizan a las personas que viven con VIH, deriva en:
- no querer conocer su estado serológico por miedo a que se les identifique con el colectivo, lo que retrasa el inicio de tratamientos,
- no tener una buena adherencia al tratamiento por miedo a que alguien de su entorno se entere de su seropositividad,
- renunciar a una vida social, laboral, familiar o de pareja plena, por miedo a comunicar su situación serológica y ser rechazadas,
- ocultarse y vivir su seropositividad en soledad, sufriendo en muchos casos ansiedad y/o depresión.
Por ello, desde SIDÁLAVA reivindicamos la información, la educación y el respeto de los derechos
humanos, como las herramientas que nos permitan avanzar en la consecución de los objetivos de la comunidad internacional.
Es necesario que la sociedad civil y las Administraciones Públicas mantengan y refuercen su compromiso para con las personas que viven con VIH, que permita avanzar hacia un modelo de atención capaz de dar respuesta a la cronicidad y centrado en la persona, un modelo de atención que elimine las desigualdades, donde no se deje a nadie atrás, y donde el estigma no condicione la salud de nadie.
Sólo así, conseguiremos: reducir la fracción no diagnosticada, mejorar el diagnóstico precoz, una mejor adherencia a los tratamientos, la indetectabilidad del virus y la consiguiente intransmisibilidad, lo
que se traduce en una mejora tanto de la salud individual como de la salud pública y calidad de vida para las personas que viven con VIH.
Porque el estigma y la discriminación perjudican seriamente la salud de todos y todas, hagámosles frente.
Álava, 1 de diciembre de 2021
